La fascinación por lo italiano es algo genérico en todo el planeta, que ha convertido el Made in Italy en la tercera marca más conocida en el mundo, justo detrás de Coca Cola y Visa, sin embargo en últimos año se ha detectado una trampa, a la cual se le conoce como Italian Sounding, el cual es un fenómeno que le cuesta cada año a Italia miles de millones de euros en exportaciones, concepto de marca y calidad de producto.
¿Qué es exactamente el Italian Sounding?
Se trata de un fenómeno que consiste en el uso de palabras, imágenes, combinaciones cromáticas para asimilar a la bandera tricolor, referencias geográficas y marcas que evocan Italia, con el objetivo de promover y comercializar productos, pero no están relacionadas con el auténtico Made in Italy.
Mecanismos de protección
Las oficinas de comercio exterior y las Embajadas italianas en todos los países tienen un laborioso trabajo en la detección de este abuso. Cada Tratado de Libre Comercio europeo tiene ahí uno de los obstáculos más importantes. Por ejemplo, en el último tratado de comercio entre la UE y México, el punto de fricción más complicado a salvar fue la queja de España en el uso del queso manchego y de Italia con el queso Asiago, parmesano, mascarpone, mozzarella, que provenían especialmente de la fábrica Belgioioso, una marca que es producida en EU. El tratado de libre comercio de América del Norte entraba en colisión con el nuevo tratado entre Europa y México. El mercado mexicano estaba inundado de estos productos que usaban como reclamo una denominación de origen a miles de kilómetros de distancia.
En los últimos años se está produciendo un fenómeno diverso que tiene que ver con el sentido de lo que realmente es italiano.
¿Qué significa Made in Italy?
¿Debe ser hecho en Italia o puede ser hecho por una empresa italiana en el extranjero? Esa pregunta es parte de un fenómeno preocupante de las dos últimas décadas que no solo se enfoca a dónde se hacen los productos si no, quién es el verdadero dueño de esos productos. El Made in Italy lleva años a la venta y de alguna manera está descapitalizando el país. “Si bien en el pasado era común comprar materias primas para alimentos que luego se procesaban y transformaban en Italia y se vendían como Made in Italy en el extranjero, en los últimos años se ha generalizado cada vez más la tendencia a adquirir reconocidas empresas agroalimentarias italianas”, explica un artículo de Raffaella Saso en el ‘Observatorio sobre la criminalidad en el sistema agroalimentario’.
De lo que habla Saso es de la cada vez más común compra de empresas, no solo alimentarias, que ha afectado enormemente al renombrado campo del diseño, que mantienen la marca y nombre italiano, pero pertenecen a sociedades de otros países.
En el afamado campo del diseño el asalto al ‘Made in Italy’ es muy marcado. Cuando alguien compra un producto de marcas como Valentino, Gucci, Versace o Bottega Veneta está comprando el alto diseño italiano. Pero lo está comprando en su origen de marca o está comprando su talento, parte de su infraestructura o fábricas, cada vez por otro lado más deslocalizadas; pero la realidad es que cuando alguien compra un Valentino compra un producto que pertenece a Mayhoola for Investments, una compañía de Qatar.
Hay muchos ejemplos, es en todo caso un fenómeno mundial el de la globalización que afecta a marcas de muchos países, pero en el caso italiano se agrava con ese ‘Italian sounding’ que hace los productos más vendibles, más apetecibles. El auténtico ‘Made in Italy’ es una marca comercial asediada que el país pretende retener en cantidad y calidad. El primer escollo es delimitar qué es verdaderamente un producto ‘Made in Italy’.
Fuente: Italian sounding: el millonario problema del falso ‘Made in Italy