Dos vinos distantes entre sí tanto por su estructura organoléptica como por su proceso de elaboración. Dos vinos espumosos que son el orgullo de la tradición vinícola italiana.
La Franciacorta y el Prosecco son famosos y apreciados en todo el mundo, compañeros ideales para brindis importantes o experiencias memorables.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre el Prosecco y el Franciacorta? ¿Qué los distingue?
¿En dónde se elaboran?
Los dos vinos espumosos, Franciacorta y Prosecco, proceden de dos localidades muy distantes entre sí, pero en muchos aspectos extremadamente similares. El Prosecco se produce en el noreste de Italia, en las regiones del Veneto y Friuli Venezia Giulia. Por otro lado, Franciacorta spumante toma su nombre de la zona de Lombardia, en la provincia de Brescia, que también es conocida por sus grandes vinos tranquilos y de mesa, así como por sus famosísimas burbujas.
¿Cómo se elaboran?
La principal diferencia entre estos dos productos radica en el método de producción. Los vinos espumosos, categoría a la que ambos pertenecen, parten de vinos base simples que se vuelven a fermentar. Así es: los vinos espumosos se someten a una segunda fermentación después de la fermentación alcohólica, también conocida como primera fermentación. De este modo, pueden obtener las burbujas.
El Prosecco, ya sea DOC o DOCG, se elabora con al menos un 85% de uvas Glera. Al final de la primera fermentación, el vino base pasa por la fase de “presa di spuma” en unos contenedores llamados autoclaves. Este método de producción, característico del Prosecco, se denomina método Charmat-Martinotti, patentado en 1890 por Martinotti, de Asti, y posteriormente en 1910 por el francés Eugène Charmat.
En este proceso de producción, el vino base se somete a una primera fermentación en depósitos. La segunda fermentación se realiza en autoclaves, es decir, depósitos de acero inoxidable cuya temperatura y presión pueden regularse, y en los que el vino puede permanecer hasta 70 días. Este método produce vinos espumosos jóvenes, caracterizados por una marcada frescura en la que los aromas primarios son principalmente frescos y afrutados.
El Franciacorta, por su parte, es un famoso vino espumoso italiano elaborado según el Método Clásico, es decir, el mismo que se utiliza para los grandes vinos espumosos de Trentino y Champagne.
En este método, al final de la primera fermentación el vino se embotella con levadura y azúcar, donde permanece un mínimo de 18 meses sometido a la “presa di spuma”. Durante estos meses, las levaduras transforman el azúcar en dióxido de carbono y alcohol, liberando aromas secundarios en el vino: como corteza de pan, avellana, vainilla, caramelo, etc.
En este proceso de producción, la destreza manual y la presencia del hombre eran inicialmente imprescindibles: las botellas, durante la segunda fermentación, eran de hecho giradas periódicamente, para alcanzar una posición de horizontal a vertical al revés, mediante un proceso llamado “remuage”, para evitar que las levaduras se depositarán en el vientre de la botella. Para eliminar la levadura gastada, el vino se “degüella” y, por último, se “dosifica”, es decir, se rellena el azúcar residual.
Fuente consultada:
Cartizze PDC: Differenza tra Franciacorta e Prosecco